La sostenibilidad energética de una empresa viene determinada por la gestión del consumo de la energía; optimizando el mismo es posible obtener una mayor productividad a menor coste.
Para conseguir que el consumo energético sea el óptimo para cada empresa es necesario auditarla energéticamente hablando, sopesando diversos puntos o factores que darán lugar al encuentro de la fórmula adecuada de ahorro sin mermar la productividad ni la sostenibilidad; es necesario conocer cómo la empresa contrata y consume la energía y cuánto repercute en sus costes, ya que un ahorro en los mismos puede suponer grandes mejoras competitivas respecto a la competencia.
Algunos de los aspectos que se deben tener en cuenta para la búsqueda de esa excelencia en el consumo de energía y, por lo tanto, en la eficiencia energética (administrar los recursos de forma eficiente) son:
– Necesidades particulares de consumo de energía de cada empresa: oficinas en edificios, centros de formación, negocios de hostelería, fábricas, ganaderías, terrenos de cultivo… en temas de iluminación, climatización, producción, etc.
– Actividad de la misma; dependiendo de la actividad puede haber un consumo estacional, temporal, uniforme, etc.
– Ubicación de la empresa, prestando especial atención a la climatología de la zona donde se encuentra; esto puede determinar las horas necesarias de consumo de luz, climatización (calefacción, aire acondicionado) o refrigeración, aumentando o disminuyendo el mismo dependiendo del área territorial donde se lleva cabo la actividad.
– Hábitos de consumo dentro de la empresa, pequeños comercios o explotaciones agrícolas y ganaderas: cambiando ciertas rutinas por otras es posible obtener un mayor rendimiento y ahorro en los costes.
Concluyendo, analizar y encontrar alternativas al consumo energético de una empresa apuntará hacia la sostenibilidad de la misma y aportará beneficios económicos al reducir costes, lo que conlleva un aumento de la competitividad de la empresa.