El llamado impuesto del sol es un canon que el Ministerio de Industria ha incluido en la reforma del sector eléctrico al autoconsumo eléctrico. Se trata de un nuevo impuesto que el Gobierno pretende imponer por el autoabastecimiento de energía, es decir, es una carga que grava la energía autogenerada por los hogares particulares y por las empresas que han invertido en un sistema que les garantizaría un ahorro de energía.
La tendencia en materia energética se dirige hacia la generación y el autoconsumo de la propia electricidad que se genera, evitando así comprarla a los proveedores que suben los costes a pasos agigantados.
En este sentido, el impuesto del sol afectaría al autoconsumo, penalizando a aquellos particulares o profesionales que invirtieron en producir electricidad para poder reducir los costes en esta partida de gastos y que, en el caso de tener que pagar ese peaje de respaldo, no encontrarían rentabilidad alguna (en vez de amortizar la inversión en 8 años sería en 25). También afectaría negativamente en el uso de las energías renovables.
Otra consecuencia de la normativa es que tampoco se podría vender la energía sobrante a las compañías eléctricas y obligarían a conectar todos los paneles solares a la red. De no cumplirlo las multas pueden llegar hasta los 30 millones de euros.
Este nuevo peaje que grava el autoconsumo puede llegar a rondar el 27%. El Gobierno de España alega que es necesario imponer esta tasa para cubrir los gastos de las infraestructuras que se encargan de transportar y distribuir la electricidad por medio de las redes.
En conclusión, la aplicación del impuesto del sol imposibilitaría el desarrollo del autoconsumo eléctrico en España al hacer inviable su inversión y podría poner en peligro la sostenibilidad energética. También podría ir en contra de las normas europeas que obligan a impulsar medidas a favor del ahorro energético y la eficiencia energética.